CUARTO DOMINGO (B) 31-1-2021 Hartos de palabras queremos hechos
Hecho de vida. Creo que todos nosotros hemos escuchado, en más de una ocasión, frases como estas: <<No es lo mismo predicar que dar trigo>>. <<Hartos de palabras queremos hechos>>. <<Las palabras son como las hojas, cuando abundan, poco fruto hay en ellas>>. San Ignacio solía decir: <<El amor se pone más en las obras que en las palabras>>.
Todos estos dichos y otros parecidos nos están indicando que la palabra en nuestra sociedad está muy devaluada. Esa desvalorización de la palabra también se da en la Iglesia. Los sondeos sociológicos que se están haciendo estos últimos años nos muestran que el Magisterio de la Iglesia está teniendo una pérdida notable de credibilidad.
I.- Ante esta devaluación del Magisterio eclesial suelen darse dos actitudes: primera, echar la culpa a la sociedad y la cultura dominante; segunda, hacer un examen de conciencia y ver qué parte de culpa podemos tener todos: jerarquía, curas y todos los que nos consideramos seguidores de Jesús.
II.- El evangelio de este domingo puede ser un buen referente para hacer ese examen ese examen. En él se nos ha presentado a Jesús un sábado en la sinagoga de Cafarnaún curando y enseñando <<con autoridad, y no como los maestros de la Ley>>. La gente que le estaba viendo quedó admirada hasta el punto de decir: <<¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva llena de autoridad! ¡Manda incluso a los espíritus inmundos y éstos le obedecen!>>.
¿Qué diferencia notó la gente entre la enseñanza de los maestros de la Ley y Jesús? Los letrados se conformaban con la lectura de la Ley. Su autoridad estaba basada en interpretar la ley pero no sabían o no querían responder a los problemas que tenía el pueblo. Sin embargo Jesús no fue un escriba especializado en comentar la Biblia, tampoco utilizó la coacción ni trató de imponer su voluntad. La fuerza de su palabra fue: su persona, su libertad, su cercanía, su coherencia, su espíritu y su amor a la gente. <<Jesús enseñó curando>> (Pagola), aliviando el sufrimiento, promoviendo una vida más sana. El evangelista Juan puso en boca de Jesús esta frase: <<Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia>> (Jn 10, 10). Esta manera que tuvo Jesús de enseñar ha estado bastante olvidada por un Magisterio eclesial más preocupado por transmitir correctamente la doctrina que por abrir los corazones a la alegría de la fe y a la misericordia de Dios.
III.- En nuestros días, todos estamos comprobando cómo entre el Papa Francisco y el pueblo cristiano practicante y el alejado de la Iglesia, se está promoviendo una simpatía profunda. ¿A qué puede deberse ese cambio de actitud? Para mí, una de las razones puede ser que el Papa actual usa un lenguaje popular que brota de su corazón y, sobre todo, a los gestos que realiza: besar a un niño discapacitado; lavar los pies a una joven musulmana; ir a la isla de Lampedusa; usar sus zapatos viejos en vez de los zapatos rojos; no vivir en los Palacios Apostólicos vaticanos sino en la residencia de Santa Marta; viajar por Roma en un pequeño coche utilitario; invitar para su cumpleaños a mendigos, abrazar a un hombre con la cara totalmente deformada, etc.
IV.- A modo de resumen. El evangelio de hoy no es sólo para los curas y la jerarquía eclesiástica. Es para todos los que formamos parte de la Iglesia porque no somos escribas, sino discípulos de Jesús y hemos sido llamados a comunicar su mensaje más con los hechos que con las palabras.
PARA ORAR Y MEDITAR
Señor Jesús, te reconozco como salvador de mi vida y como
el único maestro de Sabiduría que tiene palabras de vida eterna.
Por eso te doy gracias y te bendigo, mientras invoco tu ayuda
a fin de que yo sepa apreciar cada día más de la novedad de tu Evangelio.
Te pido que enriquezcas nuestras comunidades con el carisma de la profecía,
suscitando personas que tengan vivo sentido de tu presencia,
que nos ayuden a discernir tu voluntad y nos acompañen
con su testimonio la novedad que tu Evangelio
sigue conservando también en nuestro tiempo.
Roman Bilbao Arrospide
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