Raquel Espejo - 27/08/2013 ( Colaboración en diocesismalaga.es)
Volver siempre cuesta. Quizá por lo que dejas atrás o por la simple
pereza de reencontrarse con lo mismo de siempre: la rutina.
Volver en
septiembre tiene un punto infantil que te recuerda libros, colegio y
atardeceres más temprano.
Cuando era muy pequeña y las monjitas nos recordaban en el colegio que
el Niño Jesús no se iba de vacaciones (con la profunda intención de no
olvidar nuestros compromisos semanales en la Iglesia) pensaba que porqué
el Señor no se venía a la piscina, o con mis abuelos a dar un paseo,
mis amigos también se iban y a veces hasta nos veíamos... cuando crecí
un poco más, aprendí que se venía conmigo a donde yo estuviera porque lo
llevaba en mi corazón y daba igual donde estuviese porque Él estaba
conmigo, de día, de noche, en la playa o en la montaña, en septiembre o
en febrero.
Por eso volver desde el punto de vista cristiano no es tan difícil,
porque vuelves acompañado de donde realmente nunca te fuiste.
Bienvenidos.
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