jueves, 10 de junio de 2021

DOMINGO 11 .B. (13.6.2021) A Dios rogando y con el mazo dando. Don Román

 DOMINGO 11 .B. (13.6.2021)

A Dios rogando y con el mazo dando.

Hecho.  Hasta hace unas décadas, en muchos pueblos rurales, después de sembrar los campos solían llamar al cura para la bendición. También en períodos de sequía se solían hacer las famosas rogativas. Sin embargo, las personas que participaban en esos actos tenían muy claro que las solas bendiciones y rogativas no iban a contribuir a que las cosechas fueran copiosas. Por eso, el pueblo acuñó la expresión: “A Dios rogando y con el mazo dando”. 

I.- Jesús fue un gran observador de la vida y desde esa ventana elaboró muchas de sus enseñanzas. Por ejemplo, observó que los campesinos de Galilea sembraban con la esperanza de que la tierra vaya produciendo frutos porque sabían que la semilla llevaba dentro de sí la fuerza de desarrollarse y crecer aunque ellos durmiesen de noche. Pero también observó que los campesinos de Galilea, tras la siembra cuidaban los campos. Partiendo de esa observación, Jesús nos enseñó que el proyecto de Dios de transformar nuestro mundo en Reino depende fundamentalmente de Dios y, también, de nosotros. 

II.- Teniendo en cuenta la enseñanza que Jesús nos dará  a través de la  parábola que proclamaremos este domingo os ofrezco unas breves reflexiones: 

A la hora de evangelizar –tarea permanente de la Iglesia y nuestra- debemos contar con Dios. Hay un salmo que dice así: “Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad en vano vigilan los centinelas». Por eso, más importante que hacer muchas acciones y planes es conocer y discernir lo que nos pide el Espíritu a la hora de evangelizar.


La fe y la confianza en Dios no es una invitación a la pasividad o a la negligencia. Aunque sólo Dios hace madurar los frutos y asegurar las cosechas, nosotros tenemos que quitar las piedras y las zarzas, regar cuidar con interés y generosidad el campo para permitir el  crecimiento de la semilla. El Reino de Dios es don y tarea. Porque es don lo pedimos en la oración –Padre nuetro- que nos enseñó Jesús y porque es tarea debemos “de ayudar a Dios” (Etty Hillesum). Cuando en nuestra tarea solo vemos nuestro compromiso nos agobiamos y cuando solo vemos la obra de Dios nos hacemos pasivos. 


La eficacia de la evangelización no está en la cantidad sino en lo significativo. En nuestros días, cuando un partido político se presenta a unas las elecciones busca: dinero, poder y prestigio a fin de llevar a efecto su programa político. Sin  embargo, Jesús de Nazaret cuando vino a este mundo para anunciarnos el Reino de Dios usó otros medios radicalmente diferentes pero significativos: nació en una cueva, vivió como jornalero en Nazaret, y comenzó  su  vida pública no en Jerusalén sino en Galilea, provincia  pobre y de mala fama, y, a la hora elegir  sus colaboradores –apóstoles y discípulos- optó por unos sencillos pescadores. Por eso a nosotros, no nos debe preocupar la realización de muchas cosas sino el hacer gestos que sean significativos.

La vida no es sólo trabajo y productividad. También es un  regalo de Dios que hemos de acoger y disfrutar con corazón agradecido. En medio de un mundo donde se valora el rendimiento y la eficacia debemos aprender a saborear la vida como gracia y dejarnos sorprender por lo bueno de cada día, valorando los pequeños gestos. Por eso, debemos sembrar a nuestro alrededor pequeños gestos que sean semillas del Reino de Dios ya que, al final  de la vida, Dios nos va a juzgar por esos gestos, aunque sean sencillos, que hemos tenido a lo largo de nuestra vida con los demás. 


  Para orar y meditar 

Padre, de quien procede todo don, que sigues sembrando y haciendo crecer tu Reino de paz y amor entre nosotros, haznos  colaboradores de esta obra tuya a través de la fe que suscitas en nosotros.


Haz que seamos siempre conscientes de que no son nuestros medios ni nuestras fatigas

los que difunden en el mundo el Evangelio de tu Cristo, que lleva al hombre a la salvación.


Mantennos unidos a él, que nos ha hecho sus testigos, y concédenos la fuerza de su santo Espíritu para que seamos capaces de asumir compromisos animosos en tu Iglesia a fin de renovarla con humildad y paciencia.


Tú  eres, Jesús, la primera semilla del Reino de Dios. 

Tú eres el primer árbol, la primera levadura.

El Reino de Dios viene contigo. Si te doy fe, yo también seré reino de Dios 

y  seré fermento para todos los que encuentre y la tierra será, por nosotros, 

un poco más que antes el reino de Dios.


Roman Bilbao Arrospide 


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