lunes, 14 de diciembre de 2020

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

 SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (B) 6-12-2020

Preparad el camino del Señor


Hecho de vida. La experiencia de vida nos enseña que todos, pequeños y mayores, necesitamos que alguien, de vez en cuando, nos dé un grito para animarnos a hacer algo o para prevenirnos de algún peligro. También, como seguidores de Jesús necesitamos que alguien nos amoneste y nos aliente. En este domingo ese grito nos va a dar Juan Bautista.


I.- El Bautista, antes de salir a predicar y bautizar pasó unos años dedicado a la oración y lectura de los profetas en las cuevas del Qumrán junto al Mar Muerto. Allí conoció los escritos del profeta Isaías cuando estuvo desterrado en Babilonia (Irak) También, pudo observar, cuando sacaban en procesión al dios Marduk como arreglaban los caminos… Años más tarde, aprovechó estas experiencias para animar al pueblo de Israel a la conversión: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; que lo torcido se enderece, lo empinado se iguale». 


II.- Si queremos poner en práctica estas advertencias de Juan Bautista será necesario identificar  las piedras con las que solemos tropezar a la hora de convertirnos. Con fin de facilitaros un poco esta tarea os ofrezco tres actitudes, que en mi opinión, suelen ser las más habituales a la hora de responder a las llamadas de conversión que Dios nos hace.


a) Dejar la respuesta para otro día. San Agustín cuenta en su libro de las Confesiones como le decía a Dios: «Endereza mis caminos, redime mi vida pero, por favor, ahora no. Cámbiame, Señor, pero espera un poco, tengo muchas cosas que hacer, no tengo tiempo». Creo que muchos nos podemos ver reflejados en esta oración de San Agustín ya que, a pesar de tener conciencia de que necesitamos cambiar actitudes y opciones en nuestra vida, vamos dejando pasar los días. 


San Ignacio en el libro de Ejercicios nos dice: <<A la llamada a la conversión podemos contestar de tres manera: Sí – no – sí, pero ahora no>>. Según él, esta última manara de responde, puede causar más daño que la negativa sincera ya que una negativa rotunda crea conciencia de oposición y puede llevarnos en su día a un arrepentimiento sincero, mientras que decir <<sí, pero para otro día>> nos puede parecer un gesto aceptable. 


b) Pensar que la llamada no es para nosotros. Todos tenemos una tendencia innata a echar la culpa a los demás. Los malos, los culpables, los pecadores, los que hacen mal las cosas son los otros. Nosotros nos creemos «hijos de Abraham» que no necesitamos convertirnos. 


c) Reducir la conversión al ámbito privado. La conversión tiene una dimensión social que nos exige  transformar este mundo en Reino de Dios. Esto debe llevarnos a tomar conciencia de nuestros pecados de omisión que suelen ser más frecuentes que nuestras acciones malas. Por ejemplo, hoy se habla mucho de los desastres ecológicos que pueden poner en peligro la supervivencia en nuestro planeta pero omitimos cualquier compromiso que esté a nuestro alcance y que pueda contribuir a dar una solución a muchos problemas que se dan en nuestro mundo. <<Los caminos del Señor>>  también se preparan en la calle preocupándonos por la paz, la ecología, los enfermos de la pandemia, parados inmigrantes, refugiados, presos,… y apoyando alguna de las campañas de solidaridad que se suelen organizar por estas fechas. De esto tenemos menos conciencia porque el individualismo moralista ha marcado nuestras homilías, catequesis y reflexión teológica

III.- A veces nos sorprendemos y asombramos al ver que nuestro seguimiento a Jesús no despega y que nuestra peticiones queden sin respuesta. La causa puede estar en alguna de las actitudes  que os he ofrecido. La experiencia nos dice que resulta difícil que un estudiante pase un examen si antes no ha tenido una preparación adecuada; que un deportista gane una competición sin entrenamiento…  También será difícil que en esta Navidad nos encontremos con Jesús si no  hemos tomado en serio nuestra conversión durante el Adviento  



PARA ORAR Y MEDITAR


Suscita en nosotros, Señor, 

el deseo vivo de volver a ti

mediante una verdadera conversión.


Reconocemos, Padre, las múltiples veces

en las que se desvía nuestro corazón 

y  nuestra voluntad cuando no se basan

en tu Palabra de verdad y en la obra de la gracia.


Jesús, tú que vienes a nosotros 

enséñanos a acogernos mutuamente

para gloria de Dios; 

que no sea solo el temor

quien nos mueva a convertirnos,

sino la convicción íntima de que nos amas.


Ven a nosotros, Espíritu Santo, 

con la plenitud de tus dones

para que tengamos la fuerza de llevar

a buen término el camino emprendido 

en este Adviento del 2020.


Roman Bilbao Arrospide


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